Viernes Santo: La muerte que no venció a Jesús

En la antigüedad, la muerte en cruz estaba destinada para los esclavos que se habían escapado y era la forma más cruel de ejecución, sin embargo, Jesús no se negó a sufrir de esa manera, él mismo lo dijo, «no hay amor más grande que dar la vida por sus amigos».

Si buscamos una respuesta a la interrogante, ¿por qué tuvo que morir Jesús?, podremos encontrar que fue acusado de actuar como Dios, que era un impostor, falso profeta y quebrantador de la ley, pero siendo el Hijo de Dios tenía el poder de evitar ese sufrimiento, y no lo hizo. Sin embargo, la muerte no lo venció, Él venció a la muerte.

La respuesta más clara y específica es, murió por amor a nosotros, ahora bien, ¿cómo vemos y respondemos a esa muestra de amor tan grande?. En la cruz no fue clavada una persona, allí murió el amor mismo, nadie más podía hacer en su lugar lo que él hizo por nosotros.

Por esta razón, en muchos lugares se realiza el Via Crucis en vivo (en latín: camino de la cruz), para recordar los diferentes momentos vividos por Jesús desde el momento en que fue condenado a muerte, hasta su crucifixión, sepultura y posterior Resurrección, y es una de las más antiguas devociones practicadas por los católicos, aunque también la realizan los evangélicos.

«Es necesario meditar y conocer bien la vida y persona de Cristo, también su Pasión y Muerte, para facilitar la identificación con El a que está llamado todo hombre. Esta devoción es de gran importancia para la vida cristiana. Nos da la oportunidad de contemplar la pasión y muerte de Jesús, nuestro Salvador», indica el portal catholic.net.

La tarde del Viernes Santo, los católicos realizan la adoración de la cruz, la cual no tiene la imagen de Jesús en ella, es únicamente el madero, que no significa funeral sino se recuerda que deja de ser un palo para convertirse en el lugar que fue exaltado Jesús, y que aunque allí murió, no fue vencido.