TEATRO DEL ABSURDO: OBCECACIONES Y COMPETENCIAS

Renzo Lautaro Rosal

Es posible hablar de reactivación económica, promoción de inversiones, retomar la senda del crecimiento del PIB similar a los dos últimos años antes de la pandemia? Este es el tono de las tendencias de opinión pública promovidas en días recientes.  No se trata de regresar a la discusión inacabada de optar por la vida o por la búsqueda de ingresos, ya que ese debate sigue y seguirá abierto. Ahora, tal parece que los propósitos son otros: tomar distancia de la otra tendencia que pone acento en el requisito de retomar la lucha contra la impunidad como factor básico para después plantear otros requisitos. Otro objetivo que toma cierta fuerza en el ambiente, es ejercer presión sobre la misión del gobierno de Estados Unidos que visita el país. La única solución al «problema» migratorio, son las medidas económicas.

Pero el asunto va más allá de los tonos o los acentos de las narrativas. Se trata, en esencia, de apuestas distintas. Una suerte de abanico inconexo, donde la diversidad no representa un signo positivo, sino de confusión. Lejos han quedado los objetivos comunes de fortalecer la institucionalidad, el régimen de derecho, el sistema de justicia. Las «nuevas» miradas tienen signo más pragmático. Si hay recursos disponibles para ser usados para la contención de los flujos de migrantes a Estados Unidos, activemos los dispositivos que han estado allí por años; solo agreguemos algunos matices y listo. La migración se arregla con más recursos a los «tradicionales» generadores de empleo.

Qué factor colocamos en la base? Por dónde iniciamos el proceso de sacar las piedras del zapato? La escogencia de opciones, representa un punto medular y decisivo. Hoy, hay varias agendas sobre la mesa, cada una de las cuales representa lógicas diferentes, distintos sectores impulsores. Lo que hoy es competencia por recursos, alianzas temporales y percepciones de predilecciones, debiera ser un marco para la articulación y las miradas de conjunto. Seguiremos siendo inviables, si continuamos con la idea anticuada de «cada loro en su jaula» o cada uno en su carril, sin siquiera atreverse a ver a quienes ocupan los carriles contiguos.

El peor escenario es desaprovechar la coyuntura. Pero bueno, eso lo dijimos en marzo-abril a propósito del inicio de la vorágine pandémica, y al final, nada de capitalizar los eventos como espacios de oportunidad. Ahora estamos ante una nueva ocasión, con menos ímpetus que meses atrás, desgastados, sin credibilidad alguna sobre los gobernantes, con élites económicas que siguen viendo micos aparejados, jugando permanentemente a la defensiva.  Con todo y todo, eso es lo que tenemos, pero no lo que necesitamos.

Los incesantes llamados de las nuevas autoridades de la administración Biden, son un pliego básico e indispensable. Es una especie de script, que con palabras más o menos, se ha venido diciendo a lo largo del último lustro. Esa carta de navegación, aunque algunos la vean como imposición, surgió acá, en el propio país, generada por nacionales bajo coordenadas igualmente guatemaltecas. Ahora no vengamos con ideas sacadas de contexto. Los pasos para recobrar las mínimas condiciones de gobernanza y gobernabilidad no ameritan planteamientos inconexos, competencias por quién abre más la billetera o quien pone en marcha más imanes para captarlos.