Panorama de desolación

Renzo Lautaro Rosal

El momento actual se vive a varias bandas. En la superficie, diversas actividades lentamente comienzan a dar señales de vida, o al menos de supervivencia. Otras, muchas más, han sucumbido a lo largo de los cuatro meses recientes. La tentación de la normalidad comienza a aparecer, aunque aún a considerable distancia.

En otro nivel, está la interminable incertidumbre, la duda sobre lo que ocurrirá mañana o quizás a la semana siguiente; el miedo a los contagios, los resquemores en qué momento me quedaré sin chance y con ello el efecto dominó de las lamentables implicaciones. Son dos planos cruzados, dos maneras distintas de percibir y enfrentar un acontecimiento único y ojalá irrepetible. Ambos son lados de una misma moneda, no representan a personajes distintos; se condensan en uno mismo. En momentos tenemos asomos de esperanza, en otros nos apagamos y pasamos a episodios de duda, frustración y desolación.  Son imágenes ambivalentes, naturales y comunes.

La gota que derrama el vaso, es la inexistencia de un espacio que condense, o al menos mitigue los efectos negativos de esta ambivalencia que va siendo persistente. El tren corre vertiginoso entre pendientes, pero va sin conducción que sea creíble. Incluso, las voces morales están desperdigadas, por largos períodos están apagadas y cuando dicen algo, sus mensajes parecen intrascendentes por etéreos. Estos espacios no llenados en forma conveniente, fácilmente son atendidos por los núcleos de poder que andan viendo en qué se meten pero para fines perversos. Esto nos lleva a una tercera dimensión o banda, de orden público.

La coyuntura está sirviendo para acentuar propósitos de orden político. La cacería de negocios a mansalva aprovechando los cuantiosos recursos públicos disponibles, el aprovechamiento de la emergencia para contener las voces disidentes o de oposición;  la percepción que mientras la mayoría de ciudadanos tiene su mirada anclada en sus devaneos personales, se debe aprovechar el momento para sacar el máximo beneficio personal o sectorial, son algunos de los factores que están pesando en forma significativa. Este tercer carril se aprovecha que el cansancio y acumulación de frustraciones es de tal volumen, que se traduce  en apagar los canales que nos conectan con lo que ocurre fuera de las fronteras de los espacios individuales o familiares. Privan interrogantes similares a: para qué enterarse de lo que ocurre en el nivel público, si pase lo que pase, mi vida y la de los cercanos no cambiará nada?   

La sumatoria de las tres tendencias, dan como resultado un panorama desolador de larga densidad. Esto es algo así como las ansias por salir a la calle por hastío del encierro, pero para qué propósito mayor? Es deseable buscar el balance adecuado entre los tres órdenes para que la desolación no haga mayor mella; el agujero es bastante profundo como para agregar ingredientes adicionales.  

Renzo Lautaro Rosal