NO HAY CRUZADA SIN CRUZADOS – II

Luis F. Linares López

Decíamos en nuestro artículo anterior que el documento de la Gran Cruzada Nacional por Nutrición es bueno, razonablemente completo, pero el problema es que no parece que tenga con suficientes cruzados – acciones efectivamente realizadas y los recursos necesarios para ello –   que permitan alcanzar las metas propuestas.

La Cruzada contempla cinco líneas de acción.  La primera – salud y nutrición – incluye mejorar la cobertura y acceso a servicios de salud y nutrición.  Una pérdida notable, y más que lamentable, es el desmantelamiento, cuando apenas estaba comenzando, del Modelo Incluyente de Salud (MIS), impulsado a partir de 2015 por la Dra. Lucrecia Hernández Mack.  Ampliamente probado en experiencias piloto y con los elementos esenciales de todo modelo de salud preventiva, el MIS incluía el aumento de la infraestructura y del personal salubrista.  En 2016 – no encontré un dato más reciente – funcionaban 1,492 puestos de salud.  En cierta ocasión alguien dijo que necesitamos no menos de 3,000.  En 1995 se contaba con 8.7 puestos por cada 100,000 habitantes, relación que bajó a 7.2 para 2016.  Sin la ampliación de la infraestructura y el incremento del personal de salud, no será posible que se cumplan las metas en cuanto a intervenciones de salud y nutrición dirigidas a mujeres en edad fértil, embarazadas y menores de cinco años.

Respecto a los recursos humanos la Cruzada contempla asignar personal capacitado en el primer nivel de atención y establecer un sistema de incentivos.  Que se sepa, ni el Ejecutivo ni el Legislativo han dado respuesta al planteamiento del Comité ad-hoc de profesionales de salud del MSPAS, presentado el 5 de noviembre de 2021, donde solicitaron que 36,000 trabajadores salubristas, donde figuran médicos, enfermeros y personal auxiliar, que se encuentran bajo contratos temporales, sin prestaciones laborales y sin garantía de estabilidad, sean trasladados al renglón de personal permanente.  Ese es el mejor incentivo que se puede otorgar al personal de salud.  A lo anterior hay que agregar los recursos necesarios para la construcción y equipamiento de nuevos servicios de salud que se menciona en el documento pero que no se cuantifican.

La segunda línea de acción se refiere a la disponibilidad y acceso a una alimentación saludable.  El problema no es la disponibilidad – oferta suficiente y adecuada de alimentos sanos – pues en Guatemala se produce o se importa desde los granos básicos hasta los productos más sofisticados o gourmet.  El problema fundamental es el acceso.  Más de la población de Guatemala se encuentra en situación de pobreza – según la última Encuesta de condiciones de vida de 2014 – y alrededor del 70 % de la población ocupada tiene un ingreso igual o inferior al salario mínimo.  Así que mientras la mitad de la población no tenga posibilidad de adquirir los alimentos necesarios para una alimentación suficiente y sana, no hay forma posible de avanzar en la segunda línea de acción.  Nuevamente se acaba el espacio, así que continuaremos en la próxima entrega.