NI UNA MENOS

Luis Fernando Mack

“»No quiero sentirme valiente cuando salga a la calle, quiero sentirme libre» (Del movimiento #NiUnaMenos

La violencia cotidiana que se vive en Guatemala ha cobrado una nueva victima: esta vez, se trata de una pequeña niña de nombre Sharon Figueroa. Sus amigos y familiares la describen como una niña cariñosa, juguetona, inteligente, curiosa, brillante: quizá si hubiera nacido en una sociedad que respetara y cuidara la vida de sus ciudadanos, Sharon hubiera llegado a ser una brillante profesional, una líder social que hubiera dado muchos frutos a su país y a su familia. Curiosamente, otra adolescente llamada Sharon Santa Cruz, había desaparecido también en circunstancias parecidas, un mes antes, aunque en este último caso, fue encontrada con vida: ambas adolescentes, victimas de un sistema político ineficiente, inhumano, insensible a las necesidades de su población.

Lamentablemente, se toparon con uno de los tantos individuos que en Guatemala, tiene poco respecto por la vida, actitud que ha sido alentada en nuestro país, debido a que la mayor parte de los que cometen fechorías, jamás pagan por sus delitos: la impunidad, en ese sentido, cobró una víctima más. Tuvieron también la mala suerte de nacer en un país donde los partidos y líderes  políticos están más interesados en aumentar sus ganancias y alcanzar sus mezquinos intereses, más que en promover el bien común. Sin ir muy lejos, ahí están todos los líderes políticos que protegieron y alentaron la posibilidad de cooptar el máximo órgano jurisdiccional de Guatemala, validando y apoyando el intento del Juez Mynor Moto de ser nombrado magistrado titular de la  Corte de Constitucionalidad.

Tampoco tuvieron la suerte de contar con el interés y protección de las instituciones estatales, que dedican buena parte de su tiempo y esfuerzo en maquillar logros inexistentes, en vez de procurar verdaderamente la solución de los graves problemas que nos aquejan como sociedad. Ahí vemos, por ejemplo, a los diputados y funcionarios públicos, recetándose jugosas dietas y llenando sus mesas de jugosos y apetecibles banquetes, pagados con los impuestos de los ciudadanos, más que preocupándose por promover las políticas públicas que la sociedad necesita para alcanzar su desarrollo.

Ahora que la vida les fue arrebatada, los políticos y las autoridades hacen declaraciones que prometen castigar al culpable, en un esfuerzo tardío por reivindicar su falta de interés por el bienestar de la población, en un fallido intento por hacernos olvidar su responsabilidad no solo en la muerte de Sharon, sino en la de muchas más víctimas inocentes, que durante años, han sucumbido por la indiferencia y la ineficiencia gubernamental: el recuerdo de las adolescentes del hogar seguro Virgen de la Asunción, por ejemplo, sigue recordándonos que esta país protege muy poco la vida de sus ciudadanos.

El aluvión de mensajes que protestan por la desaparición de tantas mujeres y adolescentes son una luz de esperanza que nos hace pensar que todavía existe conciencia ciudadana en este país. Sin embargo, pronto saldrá otra noticia urgente que hará que paulatinamente, quienes demanda justicia, vayan siendo acallados por otra injusticia más reciente, por un problema futuro que llamara la atención de todos. Y con el paso del tiempo, quizá estos crímenes pasen a ser solamente un recuerdo lejano. Otra victima seguro emergerá, y otra tragedia acaparará la atención de todos, en una frenética procesión de malas noticias que nos indignan, nos hacen rebelarnos momentáneamente, pero que luego, hace que todo vuelva a la normalidad. Una normalidad repleta de malas noticias.

El desafío sigue siendo no perder la humanidad ni la esperanza, en medio de tanta desesperanza. Es mantenerse siempre atentos y solidarios al dolor ajeno, que siempre emerge entre tantas malas noticias a las que ojalá, nunca nos acostumbremos.