LOS PENDIENTES ALCANZAN

Los recientes traslados de pandilleros, de conformidad con las declaraciones de las autoridades, obedecen a disminuir las extorsiones y retomar el control del sistema penitenciario. Objetivos loables y a la vez difíciles de lograr, aunque no imposibles de alcanzar si se tiene un plan a corto, mediano y largo plazo para cada una de las dos metas trazadas, dado que son problemáticas distintas. 

Además de dispersar a los miembros de las pandillas privados de libertad es necesario asegurarse que no vuelvan a disponer de celulares que les permita comunicarse con personas en el exterior para dirigir y ejecutar las extorsiones. Estos aparatos no entran solos por la puerta grande de cada prisión sin la anuencia debida. Por lo tanto, la corrupción que impera en el sistema penitenciario debe ser abatida, a través de la dignificación al cargo del guardia penitenciario que conlleve una mejora salarial, posibilidades de desarrollo profesional dentro del sistema, capacitación y formación, aparejado de un sistema disciplinario capaz de expulsar a los malos elementos de la institución.  Sin olvidar mejorar los registros y controles para detectar los dispositivos de comunicación, y por supuesto hacer efectivo el bloqueo efectivo de la señal de telefonía.

Pero las extorsiones no solamente se realizan desde las prisiones, un buen porcentaje se orquestan fuera de esos muros, por pandilleros y paisas (personas que no forman parte de maras), dado que es una forma rápida, fácil y sencilla de obtener dinero por todas aquellas personas que carecen de oportunidades para desarrollarse y no tienen valores; y ahora en tiempos de post COVID, será una alternativa que muchas personas que han quedado desempleadas y sin ingresos seguramente tomaran.  Este es uno de esos pendientes del Estado que desde hace años debió de atender por medio de políticas económicas, de empleo y asistencia, educación y capacitación.

En cuanto a retomar el control sobre las prisiones la solución se encuentra en complementar la implementación de la Ley del Régimen Penitenciario así cumplir con los fines de su creación: Mantener la custodia y seguridad de las personas reclusas en resguardo de la sociedad; y, b) Proporcionar a las personas reclusas las condiciones favorables para su educación y readaptación a la sociedad, que les permita alcanzar un desarrollo personal durante el cumplimiento de la pena y posteriormente reintegrarse a la sociedad.  

Como vemos no es cuestión de soplar y hacer botellas o de vociferar y dar de golpes a un podio. Por suerte hoy contamos con un Ministro de Gobernación que conoce de estrategias y de leyes, de planificación y ejecución, quien perfectamente sabe que los asuntos pendientes alcanzan y se tornan más complejos de resolver, y que sin apoyo político, económico y social todo puede convertirse en más de lo mismo: un espectáculo que busca obtener réditos en la percepción de seguridad, o  para  recuperar la imagen y confianza en el Organismo Ejecutivo, la que se ha visto disminuida por el manejo de la pandemia.