LO INTOLERABLE ES LA DESIGUALDAD

Luis F. Linares López

Refiriéndose a los niños que mueren de hambre por causa de la desnutrición aguda, el presidente Giammattei dijo que “es intolerable en un país que produce alimentos haya niños que se mueren de hambre” (Prensa Libre 27/8/20).   Esta situación es producto de las paradojas que provoca nuestro principal problema estructura. En Guatemala se producen o se pueden obtener todos los alimentos necesarios para una dieta nutritiva y muchos más que contribuyen a que la alimentación sea variada e incluso sofisticada.  Si tengo el dinero necesario, puedo comprar y comer el alimento importado más caro que pueda imaginarse, por lo que no hay problema en cuanto a la disponibilidad de alimentos.

Pero la disponibilidad es uno de los cuatro pilares de la seguridad alimentaria y nutricional, que nos permiten estar libres de la desnutrición, sea esta la aguda (cuando los niños pierden peso aceleradamente y pueden morir  en cuestión de días y horas) o la crónica (menor estatura con respecto a la edad que se tiene) y que condena al niño a un estado de subdesarrollo físico y mental.  El segundo pilar, que es el factor crítico en nuestro país, es el acceso a los alimentos, pues la  la mayoría de las familias guatemaltecas carece de ingresos suficientes para adquirirlos.  Los otros dos pilares se relacionan con el consumo de alimentos –eventualmente alguien puede tener dinero para comprar los alimentos que necesita, pero elije alimentos poco nutritivos e incluso dañinos – y el aprovechamiento de los mismos – que depende de las condiciones de salud de la persona, de acceso al agua potable, saneamiento básico y otros factores.

Y cuál es la principal causa de que la inmensa mayoría de las familias guatemaltecas no pueda adquirir los alimentos que necesita para sus integrantes, especialmente los niños.  ¿Es la ignorancia?  No.  En un programa ejecutado durante tres años en Chiquimula,  del cual  fue parte ASIES, pudimos conocer testimonios de lo que son situaciones de extrema carencia, que se acrecientan en el periodo de mitad del año conocido como hambre estacional.   Al inicio se suspende el consumo ocasional – una vez a la semana – de carne y otros alimentos – y la dieta se reduce a tortillas y frijoles, llegando en algunos casos a disponer de un huevo que es distribuido entre los cuatro o cinco hijos. Después los tiempos de comida se reducen a dos y luego a uno, y la dieta a tortilla con sal o consomé de pollo concentrado.

Lo intolerable es la causa profunda de la desnutrición y de la mayoría de nuestros males, que es la desigualdad.  La hiriente desigualdad – como la llamó el arzobispo Gonzalo de Villa en su primer mensaje al frente de la arquidiócesis – que da lugar a una excesiva y obscena concentración de la riqueza, condenando a la mayoría de la población a la subsistencia e incluso a la infrasubsistencia.

Para principiar, es necesario distinguir las causas de los efectos – el presidente dice que una de las causas de nuestros males es la desnutrición, cuando es evidente que se trata de un efecto – y luego orientar toda la acción pública a la reducción de la desigualdad.