LECCIONES SUDAMERICANAS

Luis F. Linares López

Los resultados de las elecciones bolivianas y del plebiscito chileno obligan a nuestras sociedades, en particular a las élites de cualquier tipo, a reflexionar sobre la necesidad y conveniencia de un consenso básico sobre el tipo de sociedades que necesitamos.  Así como existe sobre los elementos esenciales de la democracia: voto popular y directo, procesos electorales libres y limpios, división de poderes, entre otros, es necesario un compromiso para garantizar a sus miembros una vida digna.  Porque ello es condición necesaria para la sostenibilidad de la democracia.

En Bolivia hemos visto cómo, pese al rechazo mayoritario al deseo de Evo Morales por perpetuarse en el poder, la ciudadanía prefirió al partido del expresidente en lugar de las opciones de derecha.   Lo que rechazó es la vuelta al modelo neoliberal de Sánchez de Lozada, que provocó la llegada al poder de Morales, quien alcanzó innegables logros en cuanto a la reducción de la pobreza. Ahora Bolivia corre el riesgo de caer en el nefasto péndulo que caracteriza a la mayoría de países latinoamericanos.  Gobiernos de izquierda o progresistas que implantan políticas orientadas a reducir la pobreza y la desigualdad, cayendo a menudo en posiciones extremistas, sucedidos por gobiernos de derecha que ciegamente revierten las medidas de beneficio social, tildándolas de populistas, para volver al capitalismo salvaje, promotor de la precariedad y el malestar.

Chile muestra algo parecido.  Alternabilidad democrática aplicando un modelo que profundiza las desigualdades, impidiendo que el éxito económico se traduzca en bienestar para la mayoría de la población.  Por eso las masivas protestas del último año y la rotunda victoria en el plebiscito de la propuesta para que una nueva Constitución sea discutida por constituyentes cuya mitad será electa directamente para ello.

La lección que debemos aprender todos los latinoamericanos es que no se podrá construir sociedades desarrolladas al estilo de Europa Occidental, Canadá, Japón, Australia, Nueva Zelandia, Australia, y en cierta medida Estados Unidos, si no se tiene como objetivo fundamental alcanzar la cohesión social y la convicción de que esta es indispensable para el éxito económico sostenible.  Cohesión que implica al menos cuatro aspectos primordiales, que son los mismos del modelo de Estado de bienestar, contra el que se dirigió la ofensiva neoliberal predominante en las políticas económicas de los últimos 40 años.  Esos cuatro aspectos son: acceso universal a servicios de educación y salud provistos mayoritariamente por el Estado quien debe garantizarlos como derechos humanos; seguridad social garantizada también por el Estado como otro derecho humano fundamental, y trabajo decente, en condiciones de libertad, dignidad, seguridad e igualdad. Sobre lo demás puede haber variaciones dependiendo de las circunstancias de cada momento y país, pero esto debe ser un piso por debajo del cual ninguna sociedad debe colocarse. La cuestión clave es poner en el centro a las personas.