LA SOCIOLOGÍA Y SU APORTE AL ANÁLISIS DE LA REALIDAD

Luis Fernando Mack

La sociología nos permite comprender por qué somos como somos y por qué un determinado problema, persiste en nuestra comunidad.

La sociología como ciencia inició su enseñanza en Guatemala, gracias a que fuera aprobada el 27 de noviembre de 1978, mediante resolución del Consejo Superior Universitario de la Universidad de San Carlos de Guatemala. A partir de ese momento, se inició la formación de profesionales que desde la perspectiva particular de dicha ciencia, intentan hacer un aporte a la comprensión de los dilemas y procesos que ocurren en nuestra sociedad.

Recuerdo que allá por el año de 1985, cuando ya estaba inscrito en la facultad de ingeniería, me inquietaba grandemente la realidad de nuestro país: cada vez que leía los titulares de los medios de comunicación, o escuchaba una conversación de los adultos, o indagaba en la vida cotidiana sobre los muchos problemas que se perfilaban ante mí, la pregunta que siempre me hacía era: ¿Qué misteriosas fuerzas permiten que no podamos ser diferentes?, ¿Por qué, por ejemplo, los gobernantes siempre parecían estar en contra de todos los ideales que expresa la ciudadanía? La curiosidad de explicar nuestros problemas era la constante. Y siempre tuve la esperanza de que algún día, desentrañaría las raíces de los problemas, para que pudiéramos transformar la realidad. Aún hoy, sigo intentando responder a esta inquietud.

La primera decisión que tomé, luego de varios meses de reflexión, era que mi carrera como ingeniero no me llevaría a realizarme profesionalmente: la necesidad de comprender mi realidad era más fuerte que cualquier otra inquietud. La segunda decisión fue más complicada: tenía que decidir cual de las ciencias sociales disponibles, era la más apropiada para mí. Indagué por varias semanas más, y luego de una primera selección, me quedé con dos profesiones que a mi parecer, eran las más apropiadas: tenía que decidir entre la antropología y la sociología. Finalmente, tomé la decisión que cambió mi vida para siempre: me incliné por la segunda. Aún hoy, 34 años después, no me arrepiento de haber escogido la profesión sociológica, aún considerando todos los desafíos y sinsabores que esta ciencia implica.

El problema central de la sociología es que es la menos entendida, la más problemática de explicar, y la que se considera menos “científica” de todas las ciencias sociales, al punto que no se requiere ser sociólogo o socióloga para enseñar sociología: muchas materias relacionadas a este campo son impartidas en las universidades locales por una variedad muy grande de profesionales: abogados, arquitectos, ingenieros, periodistas, pedagogos, humanistas. Prácticamente, cualquier profesional puede enseñar sociología, si tiene un par de textos base. 

Paradójicamente, en la concepción de Augusto Comte, el padre fundador de la disciplina, la sociología estaba destinada a ser la reina de las ciencias sociales, especialmente por su capacidad de interactuar con prácticamente cualquier campo del saber: en su afán por entender las dinámicas sociales, la sociología puede asumir una variedad infinita de “apellidos”: de la político, del arte, de lo jurídico, de lo cotidiano, de las relaciones internacionales, y un largo etcétera. Esa capacidad de adaptar cualquier campo del saber, para desentrañar las dinámicas ocultas que explican las formas de pensar y de actuar de las personas, es lo que hace tan indispensable a la sociología como disciplina articuladora de lo social.

Aprendí esta potencialidad de la sociología cuando tomé la tercera decisión trascendente de mi vida académica: en vez de especializarme en la misma carrera, decidí ampliar mi perspectiva con una segunda carrera base, en este caso, la ciencia política. Lo que descubrí es que desde mi visión sociológica, unida a la reflexión especializada que me brindó la ciencia política, mi comprensión de la realidad se iba a potenciar: de este cruce de profesiones, nació la perspectiva que ha guiado mi trabajo en estos últimos 20 años: la noción de la anomia como concepto clave para analizar las múltiples paradojas y dilemas de la realidad de Guatemala.

Sirva estas breves reflexiones extraídas de mi experiencia para rendir un tributo a la carrera que tanto me ha brindado, y espero sinceramente que escuela de Ciencia Política de la USAC, siga formando sociólogos y sociólogas que interpelen diariamente a la realidad, intentando descifrar las razones de tantos problemas que aún persisten en nuestro país.