La paciencia impaciente

Renzo Lautaro Rosal

Como bien sabemos una buena parte de guatemaltecos, el nuevo episodio de crisis no solo es relacionada con la aprobación del cuestionable presupuesto para el 2021; esto hay que tenerlo claro. Es la acumulación de errores, decisiones acomodaticias, corrupción en auge, tendencia marcada a la recomposición del autoritarismo, entre otros factores, lo que ha provocado la vorágine de los últimos días.

Por lo tanto, las soluciones o al menos paliativos para enfrentar la serie de sucesos, no solamente son difíciles, sino deben ser muchos y con suficiente profundidad para que sirvan de algo. Eso es algo casi inimaginable en el contexto de la cerradez, mediocridad y propósitos cortoplacistas que impera en el medio político. Además, el presidente desde su protagonismo y actitudes irracionales, solo parece estar interesado en vengar la pérdida de apoyos de las últimas horas.

A diferencia del 2015, esta nueva crisis no tiene por delante unas elecciones que sirvan de mitigador. Por el contrario, todo sucede a escasos diez meses de la toma de posesión. Esto complica más el tablero. Giammattei necesita suficiente oxígeno y manejo de incentivos para mantenerse a flote para los siguientes dos años, como mínimo. Otra factor en su contra.

Las medidas de contención dispuestas desde el sábado 21 han provocado un efecto contrario. Agredir a los ciudadanos que manifestaban, provocar el incendio parcial del Congreso, encarcelamientos injustos, armar una estrategia equivocada e ilegal para parar la ruta final del presupuesto cuestionado, convocar a una reunión con centros de investigación donde de último momento se sumaron actores que no correspondían y como muestra de apoyo al mandatario. La lista de equivocaciones y manejos que solo provocan mayor combustión es larga.

Estamos en los primeros capítulos de un largo recorrido, que se caracteriza por ser largo, complejo y repleto de momentos difíciles. Recordemos que está crisis no es nueva, es continuidad de lo sucedido en 2015. La acumulación de demandas prosigue. Con el resultado electoral de ese año, la compuerta se abrió en lugar de lo contrario. La gestión de J. Morales fue suficientemente desastrosa para acumular nuevos factores. La llegada de AG fue visto más con recelo, que con esperanza. A la vuelta de los pocos meses, la paciencia se ha vuelto impaciente. No hay interés en esperar más para plantear los rechazos ciudadanos.

A donde nos llevará el momento? No lo sabemos con certeza, como ocurre en escenarios de alta volatilidad. Lo cierto es que estamos en el preámbulo de eventos de mayor conmoción que presagian, al menos, un 2021 donde el signo representativo será la coyuntura como signo sobresaliente y determinante del conjunto de la agenda nacional. Pensar en algo más, resulta ingenuo.