LA INSOPORTABLE DESIDIA DE LA CLASE POLÍTICA GUATEMALTECA

Guatemala es uno de los diez países ambientalmente más vulnerables al cambio climático a nivel mundial, con más del ochenta por ciento del PIB producido en zonas de riesgo a desastres y un alto porcentaje de su población en riesgo climático directo” (Unicef, Informe 2012)

Una nueva emergencia ambiental producida esta vez por la tormenta tropical ETA mostró el lado más vulnerable y frágil de nuestro país, al generalizarse las imágenes de la desolación en diversas comunidades de nuestro país, siendo el lugar más emblemático de la tragedia la aldea Queja, San Cristóbal Verapaz, lugar en donde se estima que al menos 100 personas perdieron la vida, por lo que fue declarado cementerio comunitario.

Lamentablemente, este tipo de noticias pueden ser cada vez más comunes de aquí en adelante, ya que desde hace varios años se sabe que Guatemala está en la lista de los diez países más vulnerables al cambio climático, por lo que el Gobierno y la sociedad deberían de empezar a preparar planes coordinados y bien ejecutados de mitigación de desastres que se desarrolle en el corto, mediano y largo plazo, de manera que cada vez que ocurra un suceso como este, las autoridades no corran presurosas a responder de forma reactiva a cada emergencia: se podrían haber evitado tanta muerte y desolación, si hubiéramos estado previamente preparados para lo que cada vez más, parece inminente: la posibilidad de que ocurra algún deslave, inundación, sequía o terremoto que pueda enlutar, una vez más, a las familias guatemaltecas.

Pero las autoridades y partidos políticos, lejos de preocuparse en serio por el bienestar de la sociedad, están mas preocupados por dotar sus alacenas de lujosos y exquisitos platillos, tal como se demostró en la nota periodística sobre las compras realizadas por la Secretaria de Asuntos Administrativos y de Seguridad -SAAS-, ente encargado de la seguridad presidencial. Lo más detestable al respecto es que, como respuesta a los cuestionamientos, el responsable de compras simplemente respondió que “se habían reducido este tipo de compras, con respecto al pasado”. Justificación muy pobre que fue también argumentada por el entonces presidente Jimmy Morales, quien igualmente se justificó por el hecho de que todos los anteriores lo hacían, demostrando el absoluto desprecio por la sociedad que sienten las autoridades que nos han gobernado y que nos gobiernan en la actualidad.

Lo más preocupante es que esta actitud de despilfarro del erario público no esta limitado a la presidencia y sus instituciones allegadas, sino que es una constante en muchas dependencias de los tres poderes del Estado: lo más común es que todo nuevo jefe, coordinador, ministro, diputado o encargado de alguna institución o dependencia, empiece su mandato remodelando a su sabor y antojo la oficina que lo alberga, dándose el lujo de desechar aquellos muebles o enseres heredados de las autoridades salientes, aún si este mobiliario y equipo estuviera aún en optimas condiciones. Igualmente, es un secreto a voces que muchos funcionarios y empleados públicos, hacen su agosto en viáticos, telefonía, gasolina y gastos de representación, ya que se usan los vehículos y las comisiones al interior como una excusa para dilapidar los recursos del Estado, mientras que los verdaderos servidores públicos, aquellos que de veras quieren servir y atender a la población en sus necesidades y penurias diarias, se enfrentan a limitaciones presupuestarias, de insumos y de transporte que les dificulta enormemente atender de forma oportuna a las comunidades que lo necesitan.

La visión del Estado como una piñata, de la que hay que sacar todo lo posible antes de terminar el periodo para el que fuera designada la autoridad de turno, es realmente la herencia perversa que hay que desterrar, de una vez y para siempre. En vez de esa actitud oportunista y altamente egoísta, se necesitan servidores públicos probos, capaces, comprometidos con las necesidades y penurias de la sociedad, de manera que estén dispuestos a planificar de forma consciente y oportuna la forma de enfrentar los muchos problemas que nos aquejan, de manera que las noticias como las tragedias ocurridas durante cualquier emergencia, tal como en este caso de ETA, dejen de acaparar los titulares, enlutando cada cierto tiempo a muchas familias que merecen un futuro mejor.