LA COOPTACIÓN DE LA JUSTICIA

Luis Fernando Mack

Vamos a tener Cortes integradas por personas que responden a intereses particulares, de quiénes favorecieron sus nombramientos” (Claudia Escobar).

Uno de los temas más complejos y candentes de cualquier sociedad es la forma en que se integran las cortes de justicia: si no se consigue escoger a los jueces y magistrados que sean los más capaces, técnicamente hablando, y que se deban únicamente a su principios profesionales y no a sus intereses personales, el sistema de Justicia corre el riesgo de perder su autonomía y su capacidad de mediación, con lo que se favorece el aparecimiento de sociedades con altos índices de impunidad y violencia, en la que los ciudadanos se acostumbran a buscar la justicia por medios propios.

Garantizar la independencia e idoneidad de los jueces y magistrados es, por lo tanto, uno de los más importantes objetivos que cualquier sociedad debe perseguir. El camino para alcanzar tal objetivo, sin embargo, no es ni fácil ni expedito: debido a la importancia que tienen las cortes de justicia, existen numerosos intereses sociales y políticos que constantemente interfieren con ese ideal de independencia e idoneidad.

El problema empieza desde la forma en que se construyeron los cimientos de la misma sociedad: si el proceso histórico de construcción del Estado-Nación ha sido incluyente y ha favorecido la integración de la mayoría de la población, el sistema tiene menos tentaciones sectarias y menos opciones que generen conflicto. En el caso de Guatemala, donde el proceso histórico de conformación nacional excluyó desde siempre a la mayoría que no provenía de la base criolla, blanca y ladina, el proceso de constitución de cortes siempre representará un ejercicio que es visto como ajeno a la cotidianeidad de la mayoría de la sociedad, que ven al sistema como ajeno y lejano.

El segundo problema es la fortaleza y seriedad de los canales de representación ciudadana: en sociedades donde se construyeron adecuados mecanismos de intermediación, conciliación y representación de intereses, existen menos probabilidades de captura, debido a que siempre existirán instituciones que velen permanentemente por los intereses ciudadanos. Para el caso guatemalteco, la prácticamente inexistencia de verdaderos partidos políticos fuertes, con un fuerte vinculo ciudadano y arraigo social, impide sistemáticamente que el sistema político sea auténticamente representativo, por lo que los procesos de elección de jueces y magistrados siempre será una amenaza a la independencia judicial, tal como ahora se ha demostrado en la accidentada y muy cuestionada forma en la que se ha elegido al Juez Mynor Moto para sustituir la vacante en la Corte de Constitucionalidad.

Un tercer problema es procedimental: no solo influye la historia y la representatividad de los partidos políticos, sino también el hecho de que no existe una forma expedita y clara de garantizar la independencia judicial, ya que el proceso debe conciliar dos realidades que frecuentemente están en contradicción: si se garantiza la estabilidad de los jueces y magistrados, de forma sean inmunes a las presiones y procesos coyunturales, se puede correr el riesgo de que malos jueces se perpetúen en su cargo; por el otro, si se establecen formas menos robustas y temporalmente menos estables de elegir, se corre el riesgo de que los jueces estén mas preocupados por quedar bien con quienes los eligieron, que en impartir justicia. Los especialistas, sin embargo, tienden a optar por el primer riesgo: es menos problemático tener la posibilidad de malos jueces vitalicios, que la de contar con jueces temerosos de las represalias por los fallos que han dictado.

El camino para lograr la independencia judicial en Guatemala, por lo tanto, esta lejos de concretarse: los conflictos profundos, la falta de representatividad y la ausencia de mecanismos procedimentales y legales adecuados, constituyen en conjunto, una maraña de problemas e intereses que regularmente producen crisis y conflictos de forma permanente. En el camino, la institucionalidad sigue en ese sostenido y problemático proceso de destrucción que solo augura mas conflictos y problemas en el futuro. ¡Bienvenidos al país del nunca jamás!