La carrera por la Vacuna del COVID-19

En días pasados se conoció la noticia de que Rusia tiene lista la vacuna contra la enfermedad SARS2, mejor conocida como COVID-19, aunque tal anuncio fue recibido con escepticismo por parte de la mayoría de los especialistas, ya que siempre se ha dicho que el proceso de aprobar una vacuna tiene protocolos muy estrictos para garantizar la efectividad de la misma, así como el hecho de garantizar que los posibles efectos secundarios no sean perjudiciales para la salud; por eso se habla de que el tiempo transcurrido entre el descubrimiento del virus y el anuncio de la vacuna, no concuerda con la experiencia de otras vacunas aprobadas en el pasado, las cuales han tardado más de un año en asegurar su efectividad.

Por supuesto, la duda es plenamente justificada, debido a que lo que está en juego no es simplemente la solución a un problema que afecta a todo el planeta: lo que se disputa es el prestigio, el poder y el dinero que representa anunciar una vacuna en medio de una necesidad global, ya que eso garantiza el monopolio de la venta y distribución de la nueva vacuna, lo que indudablemente acarreará enormes beneficios al país, en este caso, a Rusia. De hecho, simbólicamente, el nombre dado a la nueva vacuna es Sputnik-V, en alusión al primer satélite que orbito la tierra en la carrera espacial. Para los países occidentales, en especial Estados Unidos, la noticia fue recibida como un balde frío, especialmente si recordamos el lema de campaña del actual presidente norteamericano: “Make America great again”, que se traduce como “Que América vuelva a ser grande”.

Más allá de las consideraciones políticas, geoestratégicas y económicas, lo que debe preocupar es el anuncio del Ministerio de Relaciones Exteriores de Guatemala, en el sentido de que ya están en platicas con Rusia, Reino Unido y Brasil, para permitir que nuestro país sea uno de los receptores prioritarios de tal insumo médico, lo cual nos lleva a la idea de que nosotros seremos una suerte de “conejillos de indias” para probar en la práctica la efectividad de la misma. La irresponsabilidad de tal anuncio merece ser analizado a profundad, de manera que se sopese si como se vislumbra, los riesgos de recibir tal vacuna son mayores a los supuestos beneficios.

Lamentablemente, en la forma en que se ha comportado el Gobierno a lo largo de toda la crisis sanitaria actual, se demuestra que lo que ha prevalecido es el irrespeto a la dignidad de los guatemaltecos, y la falta de criterio para anunciar las decisiones gubernamentales, tal como se hace palpable nuevamente en este caso. Sin embargo, hay una larga lista de decisiones cuestionables, empezando por el manejo de insumos en los hospitales, la falta de consistencia en los mensajes Presidenciales, y por supuesto, en el relajamiento de las medidas de distanciamiento físico, así como la tendencia del ejecutivo de lavarse las manos en la responsabilidad del manejo de la crisis. La conclusión es que lo único cierto, más allá de si la vacuna será efectiva o no, es que estamos lejos de establecer una ruta social e institucional que nos permita superar exitosamente esta dura prueba que enfrentamos.