Kamala Harris en Guatemala: una de cal y una de arena.

Luis Fernando Mack

“Buscaremos erradicar la corrupción en donde sea que exista” Kamala Harris.

La esperada visita de la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, finalmente ocurrió, acompañada de un sinfín de especulaciones y pronósticos sobre el impacto verdadero que este hecho tendrá para la Guatemala, un país en donde las malas noticias se han multiplicado desde que la Comisión Internacional contra la Impunidad -CICIG-, finalizará su mandato.

Por el momento, las lecturas sobre lo ocurrido varían desde el escepticismo, hasta la esperanza moderada: se sabe que Estados Unidos tiene como prioridad estratégica, favorecer un cambio institucional en Guatemala que favorezca una reducción significativa de lo que se identifican como las causas fundamentales que provocan la inmigración hacia Estados Unidos: la falta de oportunidades, la violencia endémica y la pobreza extrema. En palabras del presidente Giammattei, construir “muros de prosperidad” que se conviertan en un disuasivo efectivo para que los ciudadanos guatemaltecos no tengan razones para emigrar.

Se especula que Harris escogió Guatemala por dos razones fundamentales: una, porque Giammattei es un actor menos conflictivo que sus homólogos hondureño y salvadoreño, y dos, porque Guatemala siempre ha sido un país estratégico para Estados Unidos, debido al peso de la historia y al innegable hecho de que las investigaciones de la desaparecida CICIG, representan toda una información privilegiada de primera mano que no se tiene disponible en los otros países de la región; de hecho, la principal novedad de la visita tiene que ver justamente con el fortalecimiento de la capacidad investigativa que fue la herencia principal de la época de la CICIG, gracias al anuncio de la creación de una fuerza de tarea anticorrupció que estará integrada por miembros del Departamento de Justicia, de El Tesoro y del Departamento de Estado norteamericanos. Ese mismo día, el fiscal general de los Estados Unidos, Merrick B. Garland, anunció igualmente la conformación de la Fuerza de Tarea Conjunta Alpha, que tendrá como finalidad contribuir al combate a la corrupción, así como mejorar los esfuerzos para combatir el tráfico y trata de personas en México y los países del Triángulo Norte: Guatemala, El Salvador y Honduras.

Lamentablemente, el peso de la historia está claramente en contra de tales objetivos expresados por la administración Biden: Estados Unidos tiene una larga tradición de apoyo a gobiernos antidemocráticos y autoritarios, tal como ha ocurrido en Guatemala desde que en 1954, el apoyo norteamericano contribuyó a destruir los logros de la revolución de 1944.

Posteriormente, la “amenaza comunista” igualmente favoreció la larga etapa de gobiernos golpistas y militares en América Latina, tal como ya se ha demostrado con los documentos desclasificados de la llamada “operación Condor”, ejecutada en países sudamericanos. Para el caso guatemalteco, fue justamente la amenaza de una supuesta conspiración comunista la que favoreció la tolerancia del norteamericano durante la administración Trump al gobierno de Jimmy Morales, aspecto que permitió finalmente el paulatino desmantelamiento de los esfuerzos anticorrupción y el cierre de espacios que se han apreciado desde el 2019 a la fecha.

En síntesis, la visita de Kamala Harris mantiene latente la interrogante sobre el efecto tangible que tendrá para el caso de Guatemala; quizá cuando se conozcan más detalles sobre la conformación de esa fuerza de tarea anticorrupción, se tendrá más certeza sobre el impacto real: si Estados Unidos no cuenta con un mecanismo concreto de presión que obligue a un cambio efectivo de las autoridades actuales guatemaltecas, lo que ocurrirá es que seguirán planteándose las buenas intenciones y los bonitos discursos que siempre se han formulado, pero que no han llevado efectivamente a un cambio real para las condiciones de vida de los guatemaltecos.