GUATEMALA Y SU PECULIARIDAD

Nineth Montenegro

No se está diciendo nada nuevo al expresar que los seres humanos somos complejos y diversos, y conste que esto último es necesario, porque en las diferencias radica una profunda riqueza. Esta realidad es seguramente característica de la humanidad y no una exclusividad de los guatemaltecos. Esto viene al caso por la crisis que atraviesa Guatemala y que parece no encontrar una salida.

Y es que, pese a que cada país tiene su propia complejidad, para el caso nuestro, seguramente hay particularidades que nos diferencian de los demás, indudablemente por nuestra historia, que va desde una independencia de la corona española descolorida y carente de patriotismo, en donde el pueblo nunca se involucró y no se enteró, hasta el conflicto interno armado.

Efectivamente, esta guerra interna cuya prolongación y brutalidad nos fue separando cada vez más y dependiendo del lado que nos tocó vivir, nos sacudió de forma diferente, a tal punto que hoy día es imposible ver a los guatemaltecos unidos por una causa común, aunque esta nos afecte a todos por igual, siempre surge la descalificación por quien anima a hacer algo por cambiar lo que nos está afectando.

De esa cuenta aquí puede ocurrir cualquier hecho anómalo, injusto o indebido, pero nada pasará porque estamos de extremo a extremo como en una pelea de box, en cada esquina colocado cada uno de los contendientes, con un público expectante a la espera que gane su boxeador favorito y con un réferi no siempre equilibrado que decide arbitrariamente quien ganó la pelea. Pero aquí se trata de un país y quien pierde la batalla al final, será el pueblo.

Igual ocurre con una agenda de prioridades para el país. Se necesita tanto una reforma integral de Estado, que van desde una nueva Ley de Servicio Civil hasta una nueva Ley del Orden Público, y por supuesto, temas sumamente importantes para darle impulso al tan necesario desarrollo económico social, pero cada quien en su borde con los guantes puestos a defender o atacar porque en todo se ve sesgo ideológico, y mientras tanto el país estático.

Entre nosotros se ha ido perdiendo la empatía y muchas veces nos destruimos unos a otros, no soportamos el éxito de una persona y se está con ella, mientras esta sirva para empujar a otros al objetivo deseado y luego, cuando se cree que ya no conviene, hacemos todo lo posible por aniquilarla hasta dejarla en despojos.

En fin, cada grupo define que tiene la verdad absoluta y no puede ver que no todo es blanco o negro y que los matices son los que enriquecen a un país, por lo que no se hace un esfuerzo por encontrar coincidencias, se llega a guerra de palabras que rebasan la degradación del otro, no hay debate y con ello no se construye más que la apatía del resto.

De esa forma logran que un grueso grupo de la población se aparte fastidiada de ambas posiciones y todo lo que ocurre o deja de ocurrir en el país, les es indiferente o lo desconocen porque se dedican a su propia vida, y a tratar de ser felices a su manera en su entorno familiar, esa mayoría prefiere evitar esas absurdas pero dañinas disputas que nos tienen en un vacío profundo.

Otro grupo muy importante que radica en la Guatemala separada de los centros de decisión, también viven ajenos a la problemática por razones diametralmente diferentes, porque en ellos repercute ese desacuerdo histórico a causa de esto, son víctimas de la pobreza y pobreza extrema y luchan por la sobrevivencia diaria. Esa apatía mayoritaria no permite las transformaciones que el país requiere y dejan que otros decidan por la totalidad.

Así las cosas, se puede uno sorprender, pero Guatemala está con vida, a lo mejor artificial, pero sigue respirando. El camino por el que está siendo arrastrada es muy confuso y su desenredo, aún más. Quizá solo el réferi sepa cuál será el desenlace, como en las peleas arregladas.