GUATEMALA: DEL CORPORATIVISMO A LA INCLUSIÓN UNIVERSAL

Luis Fernando Mack

El corporativismo es un mal que atenaza a la sociedad y del que no nos liberamos. Y de ahí vienen muchos de nuestros males actuales. Dionisio Rodríguez Castro.

En las últimas semanas, se ha desarrollado una frenética discusión en redes sociales y en medios de comunicación sobre el perfil y las características que deben de poseer las personas que deben representar a la sociedad en instituciones tan importantes como lo son la Corte de Constitucionalidad, la Corte Suprema de Justicia y otras instancias relevantes que conforman lo que la teoría llama el sistema de pesos y contrapesos de la democracia: aquellas entidades que velan por el correcto funcionamiento del sistema político, de manera que se eviten las arbitrariedades que provienen de la concentración del poder y de la riqueza en una sociedad.

La campaña “Cortes Idóneas” y el Hashtag “Cortes, no mafias”, pretendía llamar la atención ciudadana sobre esa tendencia del pasado inmediato de aprovechar el mecanismo de selección por medio de las comisiones de postulación para cooptar la forma en que se integran las cortes de justicia en Guatemala y se eligen a funcionarios encargados de la rendición de cuentas horizontal, de manera que se anula ese sistema de pesos y contrapesos del poder que contempla el sistema político guatemalteco. La elección de magistrados del Máximo Tribunal Constitucional guatemalteco solamente fue una muestra muy evidente de la forma en que diversos grupos intentaron posicionar a sus propios cuadros, de manera que la integración institucional de la Corte se inclinara a favor o en contra de determinados intereses, claramente diferenciados.

Una de las últimas designaciones hizo evidente la inercia corporativa con la que siempre se ha manejado la política guatemalteca: el presidente de la República, en consejo de ministros, eligió a una cercana colaboradora que había dirigido la Secretaría General de la Presidencia, pese a las reiteradas exhortaciones de que se eligiera a una persona con un perfil mas independiente. Lo mismo ocurrió en la elección del Congreso de la República y en la Corte Suprema de Justicia, y estuvo a punto de ocurrir en la elección de la Universidad de San Carlos de Guatemala.

En el Colegio de Abogados, la visión corporativista fue aún más evidente: desde hace años se sabe que el gremio de profesionales de ese cuerpo profesional ha aprovechado las múltiples instancias a las que puede acceder, para ejercer un poder corporativo que es de los más poderosos en el ejercicio de la política en Guatemala. Por ello, a pesar de que algunos de los actuales magistrados electos tienen proceso judiciales abiertos que harían dudar de la idoneidad que pudieran poseer para ejercer un cargo tan importante, las respectivas instancias nominadoras hicieron caso omiso a los reclamos y demandas ciudadanas, repitiendo los vicios que ya se habían documentado en las investigaciones de la desaparecida CICIG.

La visión corporativa, sin embargo, no prevalece solamente en los círculos de poder: la sistemática incapacidad de la diversidad de actores de sociedad civil que supuestamente buscan un cambio también es legendaria: dicha división sectaria se demostró en el proceso electoral 2019: se sabía que era una elección clave para consolidar la lucha contra la corrupción, debido a lo que estaba en juego. Sin embargo, en vez de presentar una opción de unidad, cada sector se fue por la libre, y las 5 o seis opciones dignas, se presentaron por separado, facilitando el retorno al poder de los mismos actores que por décadas, nos han gobernado.

El mosaico de conflictos, polarización, problemas y violencia desbordada que ha caracterizado a Guatemala desde hace muchos años es solamente una consecuencia directa de esta incapacidad sistémica que tenemos los guatemaltecos de tender puentes universales que nos aglutinen bajo un mismo cielo. Por eso, pese a que Guatemala tiene en el papel todo para sobresalir como una nación prospera y desarrollada, siempre nos condenamos al subdesarrollo: mientras no superemos la lógica corporativista y articulemos lógicas más inclusivas, el destino de este bello país es repetir el camino de violencia y conflicto que siempre nos ha acompañado.