EL RIPIO DE LOS PROFESIONALES

Juan Francisco Sandoval
Juan Francisco Sandoval

En los albores de 2022, nos encontramos con noticias tan difíciles, que se volvieron parte de la cotidianeidad, que rebasan los elevados indicadores estadísticos de violencia y conflicto, porque tocan el alma.

Basta ver las crueles imágenes del conflicto histórico en el departamento de Sololá, desde donde llegó la triste información a finales de 2021, una terrible masacre de 13 hermanos guatemaltecos, para la cual la solución del gobernante fue ordenar un “estado de sitio”, que se ha convertido en dinámica preferida para el manejo de conflictos comunitarios por la actual administración gubernamental de Guatemala.

La improvisación ha relucido, nuevamente, en este capítulo doloroso del conflicto territorial centenario, donde circuló el anuncio de una supuesta comisión gubernamental de diálogo, que habría avanzado en la solución de la pugna –según la propia narrativa oficial-.

Apenas este viernes 7 de enero, vimos una desatinada acción de los altos mandos de las instituciones de seguridad, al haber enviado a realizar diligencias de persecución penal en la zona en conflicto a elementos policiales y del Ministerio Público (MP), quienes, en cumplimiento de instrucciones, fueron a arriesgar sus vidas, con la lamentable cauda de personas fallecidas y/o heridas.

Sin ningún tipo de planeación, inteligencia, sentido común, se realizaron esas actividades, cuyo único resultado, además del crecimiento de las estadísticas negativas en el conflicto territorial entre Nahualá y Santa Catarina Ixtahuacán, es haber atizado la crispación en la zona.

Obviamente, las autoridades de investigación deben esclarecer los hechos de diciembre de 2021, los lamentables incidentes de enero de 2022, pero la médula del problema continuará ahí, mientras no exista una verdadera voluntad de resolución de este y la cantidad histórica acumulada de conflictos, heredados por este Estado improvisado.

El 2022 abre las puertas de procesos de selección de funcionarios, donde las respectivas comisiones tienen un gran compromiso, porque conflictos como al que hoy hago referencia, se potencializan por una administración pública a la que llega en la mayoría de veces el “ripio de los profesionales”.

Y la esperanza es que los funcionarios quienes se pondrán a la cabeza de distintas instituciones públicas a partir de este año, lleguen por sus capacidades, y no por amiguismos, compadrazgos y corrupción. Si no ponemos más atención en todos esos procesos, más hechos como los de Nahualá seguirán ocurriendo, empujados por la impericia de la administración pública y alentados por la desidia ciudadana.