EL GRITO DE LAS QUE NO ESTÁN

“Luchar por los derechos de las mujeres no se traduce en el odio a los hombres. Sino en la búsqueda de una equidad de género”. (Campaña internacional)

Las estadísticas no mienten: cada día desaparecen al menos 4 mujeres en Guatemala, y el rostro de una de ellas se ha convertido en un símbolo de la búsqueda de justicia para quienes han caído victimas de la violencia en Guatemala. Hablamos de Litzy Cordón, una joven universitaria de 20 años que vivía en Teculután, Zacapa, quien fue reportada como desaparecida el 5 de octubre y posteriormente hallada sin vida con señales de violencia; posteriormente se supo que este caso guardaba mucha similitud con el asesinato de Daniela Hernández, otra joven de 22 años que vivía en la misma localidad.

Para entender la magnitud del problema, tenemos que recurrir a los expertos, y para este tema, nadie mejor que el Programa de estudios de género y feminismos de FLACSO Guatemala, quien desde hace varios años vienen estudiando las diversas facetas de la violencia contra la mujer que se produce en nuestro país, concluyendo que las condiciones de vida de la mujer en Guatemala se han ido deteriorando de forma consistente y sistemática:

“Las mujeres de este país hemos vivido una situación que se ha deteriorado, cada vez más, a lo largo de estos 20 años desde la firma de la paz. Como ejemplo de lo anterior, tenemos la espiral de feminicidios que llevó a que, en 2008, el Congreso de la República aprobara el Decreto 22-2008, Ley contra el Femicidio y otras Formas de Violencia Contra la Mujer” ( Walda Barrios )

En el estudio de la violencia contra la mujer, se ha caracterizado que existen aspectos visibles e invisibles del fenómenos: la muerte violenta, tal como le ocurrió a Litzy y Daniela, es la manifestación mas clara y visible, pero existen aspectos más profundos y estructurales que van conformando todo un sustrato social, cultural, político y económico que expande la violencia a muchos aspectos cotidianos que tienen a pasar desapercibidos, y que en conjunto, tienden a “naturalizar” las diversas manifestaciones de la violencia contra la mujer. Un ejemplo de ello fue el estudio pionero que FLACSO desarrolló en el 2018 denominado “¿cuál es el problema?”, el cual aborda el tema del embarazo en niñas y adolescentes, y cuyo titulo proviene de la reacción de uno de los sujetos que participaron en el estudio -un hombre mayor que tenía una relación con una menor- y que constantemente repetía tal frase, a manera de justificación.

A nivel mundial, el tema de la violencia contra la mujer ha sido extensamente documentado desde diversos enfoques teóricos, llevando a elaborar un catalogo muy extenso de todas las formas en las que se esconde la violencia contra la mujer, llegando a la conclusión que este es un fenómeno que debe ser abordado de forma sistemática y continua por parte de los Estados, de manera que se empiecen a revertir los aspectos estructurales y culturales más robustos y dañinos que provocan de manera sistemática las diversas manifestaciones de la violencia contra la mujer:

“Hoy, recogemos todos los tipos de violencia contra las mujeres, porque no hay ninguno que sea menor: todos son consecuencia de la discriminación que las mujeres sufren a través de las leyes o la práctica, y persisten por razones de género; todos —desde el menosprecio o la discriminación hasta la agresión física, sexual o el asesinato— son manifestaciones de la necesidad de un cambio y un problema gravísimo que se debe solucionar para obtener una igualdad real entre las personas”(Ayda en Acción).

El performance “Un violador en tu camino”, que despertó tantas reacciones a favor y en contra, es solamente una de las manifestaciones mas sutiles y extendidas que provoca tantas agresiones contra mujeres: nos referimos a la fetichización del cuerpo de la mujer como una mercancía que se vende y se compra.

Pero volviendo al caso de Litzy y Daniela, es momento de unirnos a las voces que desde Teculután claman justicia, de manera que se exija una investigación profunda y expedita que encuentre a los culpables, aún cuando en la práctica, lo más probable es que la sociedad muy pronto olvidara este caso para centrarse en algún otro problema que temporalmente llame la atención.

Lamentablemente, en Guatemala hay tantas malas noticias, que parece que la sociedad ya tiene poca capacidad de indignación y de movilización: como si hubieran clavado la famosa inscripción del infierno de Dante: “Abandona la esperanza si entras aquí”