EL DESCARO NO TIENE LÍMITES

Renzo Lautaro Rosal

Con todo cinismo, prepotencia y manifiesta expresión de impunidad, el director de caminos indica no conocer qué pasó con una transferencia de recursos, por Q135 millones. Dice que su firma fue falsificada. Solo los ilusos podrían tragarse semejante píldora. Además, recordemos que ese funcionario arrastra múltiples cuestionamientos; al igual que la plana mayor del Ministerio de Comunicaciones.

Este tipo de procederes, es parte de una tendencia constante y progresiva: robos al erario público, que se defienden de manera pública como si se tratara de una tradición, un proceder normal.

En tanto la FECI recién ha iniciado la investigación de lo que podría ser un nuevo escándalo, seguramente otros botines se están fraguando sin mayores miramientos. Sucede un tipo de mecanismo similar al tráfico de drogas. Mientras se da un decomiso, múltiples cargamentos pasan sin problema.

Hace unas semanas nos “sorprendimos” con el hallazgo de la maleta conteniendo Q 122 millones; ahora tenemos otro caso pero que aunque tiene relación con la misma cartera, demuestra el uso de otro método. Al final, es evidente que los renglones asociados a la infraestructura son más susceptibles a la corrupción, aunque en realidad este fenómeno no deja santo parado.

No hemos ni siquiera cumplido el primer año de gobierno, y los escándalos del nuevo equipo saltan como maíz de poporopo. Transacciones cuestionadas en el Mides, en Gobernación, en la misma Presidencia y la lista es larga, indican que las estructuras de corrupción no solo están vigentes, sino que se han fortalecido desde la arremetidas contra la CICIG y el alineamiento de sectores e instituciones para evitar que trasciendan las piedras en el zapato.

Varias de las preguntas en curso son, ¿Cuánto más lodo veremos pasar en los próximos meses? ¿Qué acciones para desviar la atención pondrá en marcha el gobernante y su club de siervos? ¿Cuánto más aguantaremos como ciudadanía pasiva? ¿Volveremos a normalizar la corrupción y sus diversas expresiones? ¿En realidad, es posible modificar el modelo relacionado con las “inversiones públicas” en infraestructura, si antes no darle cara vuelta a instituciones como el Congreso, la Contraloría de Cuentas y meterle el diente a nuevo diseño de instituciones claves del Ejecutivo?