EL CAOS CONTROLADO: EL ORDEN ANÓMICO DE LA VACUNACIÓN

Luis Fernando Mack

“Todo caos tiene un orden oculto. Lo que vemos como un caos, en realidad está impulsado por un orden de cosas muy disciplinado y dedicado”. Sapan Saxena

Para un observador externo, la cotidiana experiencia de los guatemaltecos buscando la ansiada vacuna contra el COVID-19 parece ser un caos total: cientos de guatemaltecos diariamente se agolpan en los centros de vacunación, sin tener información completa sobre la disponibilidad de las dosis, ni la certeza de que serán vacunados, ya que muchos no tienen la correspondiente cita con la que supuestamente se accedería a la protección contra la enfermedad. Al finalizar el día, el recuento parece igualmente caótico: algunos de los que supuestamente deberían haber sido inoculados, no recibieron la protección, debido probablemente a que ya no alcanzaron la dosis de vacunas diarias asignada a cada centro, y algunos de los que supuestamente no les tocaba, fueron inmunizados. ¿Cómo explicar esas paradojas?

Abundan en las redes sociales los mensajes de usuarios que diariamente intercambian información sobre puestos de vacunación, afluencia de personas, marca de la vacuna que se está aplicando, y especialmente, sobre los requisitos y procedimientos para acceder a tan ansiada protección. Los más afortunados, armados con esta información preciada, finalmente alcanzan el objetivo; en otras ocasiones, simplemente la experiencia queda solamente en un intento fallido.

Por ejemplo, en mi círculo de familia y amigos, varios familiares y amigos han intentado en varias ocasiones burlar los supuestos controles oficiales para obtener la segunda dosis de la vacuna rusa, odisea que ha sido emulada por muchos otros desesperados guatemaltecos, ansiosos por obtener el esquema de protección completo, ante la muy cierta posibilidad de obtener solo la primera de dichas dosis. El resultado ha sido variado: algunos de ellos regresaron con la felicidad en el rostro, debido a que tuvieron suerte y fueron vacunados, mientras que otros siguen probando suerte, incluso acampando desde un día antes a la apertura de los centros, para ser de los primeros en acceder a la vacuna.

El aparente caos, sin embargo, tiene un orden que ya es muy conocido por todos los guatemaltecos: la diferencia entre ser inmunizado o no, depende de quien esté encargado de la vacunación. La interacción humana que se desarrolla en cada centro específico determina el resultado final: un amigo o conocido puede facilitar el proceso; pero incluso si no se conocen el interesado y quien en ese momento tiene el poder de vacunar o no, una conversación adecuada y una simpatía entre ambos puede inclinar la balanza a favor del solicitante.

El caos, por lo tanto, se supera concretamente por la discrecionalidad de los voluntarios o empleados públicos que en ese momento, tienen el poder de negar u otorgar la protección; justo por ello, todos en Guatemala nos hemos acostumbrado a incursionar en la cotidianidad, amparados por esas redes de amigos o conocidos, que facilitan enormemente la superación de cualquier obstáculo.

El orden secreto de la política y el accionar de las instituciones públicas en Guatemala se explican cabalmente por la premisa que lo que manda es la pertenencia o adhesión a una red de amigos o conocidos; justo por ello, todas las leyes, normas y procedimientos, pueden ser evadidas si se conoce a la persona adecuada.

Durante muchas décadas, este silencioso funcionar de las instituciones públicas era el secreto mejor guardado de la política; por eso, se acostumbraba a disimular las amistades y esconder los parentescos, porque este era el mecanismo de poder real.

Las investigaciones de la CICIG, sin embargo, convirtieron todo este artilugio del poder en un secreto a voces; por eso, ahora la Fiscal Consuelo Porras no tiene ningún pudor en reconocer abiertamente que es amiga del presidente Giammattei, o aliada de la Fundación contra el Terrorismo: ahora todos saben a ciencia cierta que en Guatemala, es más importante garantizar la fidelidad de aliados, amigos o conocidos, que seguir las reglas y procedimientos establecidos. Justo por eso, dos personas en la misma situación obtienen resultados diferentes de las mismas instituciones y funcionarios públicos: el orden de la anomia legal e institucional en su máxima expresión.