Aparentemente a la deriva, sin brújula

Renzo Lautaro Rosal

A diferencia de lo que ocurre en otras naciones, donde el manejo de la crisis sanitaria se ha estabilizado en el camino, se manejan datos que poco o nada se cuestionan, donde los gobiernos toman decisiones con base en esas evidencias y a partir de lineamientos de políticas públicas, por lo que en realidad el proceso tiene claros conductores; el panorama por estos lares es muy distinto. 

La locomotora va a toda velocidad, pero no tiene conductor, o bien, quien está al frente de los controles no tiene idea qué hacer con ellos. Datos que aunque en alguna medida parecen lógicos (mayor tasa de recuperación, por ejemplo), no suenan como creíbles para una mayoría de guatemaltecos porque provienen de un gobierno que navega en su mundo. Decisiones que más parecieran antojadizas y forzadas por la pretensión de llegar a la puerta de salida a como sea.  Desde esta perspectiva, mucho de lo que en adelante suceda será en casi total oscuridad. Navegamos entre alto oleaje, en aguas profundas e infestadas, si norte, sin instrumentos y además, sin ganas de comunicación con quienes podrían ayudar.   

Aunque sin precisión, en algunas semanas el proceso de desescalada iniciará su aplicación (si o si); aunque sin cumplir con los supuestos o requisitos para ello: aumento de pruebas a nivel nacional, mayor certeza en los datos, aplicación de sistemas de monitoreo de los pacientes contagiados. La realidad, guste o no, indica que la etapa de convivencia con el virus ha llegado y eso implicará varios meses y jugar con la incertidumbre del contagio. El nivel de gravedad es una moneda al aire. Precisamente por esta dosis de realismo, la importancia de elevar la certidumbre para reducir los riesgos. Mientras estemos a oscuras, el escenario es más frágil, lleno de agujeros y con resultados de mayor gravedad.

El mensaje simplista «en el camino vemos», representa la continuidad del mismo recorrido que hemos tenido por décadas. Ensayo y error, a ver qué sale, indican también otro mensaje encubierto para muchos. Por encima aparente improvisación; por debajo, prediseños, rutas que se quieren empujar a cómo de lugar, agendas de intereses que no admiten más rezagos. En este campo caer decisiones como la repetición del Estado de Sitio en municipios de Izabal y Alta Verapaz. Medida solapada, jugando con piezas reales pero ajustándolas a un rompecabezas hecho a la medida. No se asume la crisis sanitaria y tampoco hay interés en reformas profundas en el sistema de salud, pero la otra cara apunta a la estabilidad forzosa de una de las inestabilidades presentes en esa zona de especial interés para expresiones empresariales cuestionadas (palma africana, explotación de níquel) que conviven con el crimen organizado.

El libreto de la gobernabilidad se maneja con total discrecionalidad y así seguirá siendo por un largo trayecto. Algunas páginas, las que convienen, tienen estructura; se toman decisiones con un ingrediente inusitado de eficiencia, la dosis de autoridad es explícita; pero otras secciones están impregnadas de imprecisiones, preguntas sin respuestas, ausencia de liderazgo. Total, al grupo de diseñadores no le interesa capitalizar crisis alguna; nada de modificar. Todos menos cambios.

Renzo Lautaro Rosal