ACUMULACIÓN DE SEÑALES CONFUSAS

Renzo Lautaro Rosal

Parece bastante claro que el proceso electoral 2023, está orientado a la elección a la Presidencia de la República y otros cargos de cierta importancia (Diputados, por ejemplo), que garanticen la continuidad del ritmo y contenidos actuales. Nombres como Zury Ríos o Edmund Mulet, son algunos de ellos.

Estos signos deberían generar un alto nivel de preocupación a la mayoría de guatemaltecos. Ambos «personajes» y seguramente otros similares que se sumarán a la lista de pre-candidatos, representan claros retrocesos; señal inequívoca del carácter regresivo del momento que experimenta Guatemala.

Para los actores de poder, el evento que está a menos de dos años de distancia, debe garantizarles el alejamiento de las percepciones de temor a perder el control del timón; el cual han tenido que compartir con el poder emergente, pero no más que ello. Lo que no comprenden, es que al estirar el hule crean condiciones favorables para que el otro extremo se potencie y adquiera el combustible necesario, para al menos, competir en condiciones de menos asimetrías.

Los resultados del proceso llevado a cabo en 2019, es para estos sectores retrógrados, ensimismados y con intención de revertir cuanta señal de cambio aparezca a la distancia, una luz amarilla. Ver a Thelma Cabrera y su movimiento, el MLP, en la disputa electoral y alcanzar el cuarto lugar, fue causante de serias preocupaciones; el posicionamiento del partido Winaq (séptimo lugar), tampoco ha quedado en el olvido.   Estas luces de alarma, se han vuelto a exacerbar a partir de los resultados de las elecciones en Bolivia y Perú, así como el proceso de la constituyente en Chile. El proceso de grave deterioro de Nicaragua, bajo el control absoluto de Ortega, es un fantasma que ronda a la región, y en especial, a nuestro país, ante el creciente parecido que representamos.

Mientras estos hechos avanzan, en la pista contigua (los sucesos de la región), otros eventos suceden y crean mensajes también alteradores. Por allí aparecen personas que quieren emular a Bukele, sus propósitos de control absoluto y alto nivel de credibilidad; pero las condiciones del sistema político con muy distintas y no alcanzan para el símil. No perdamos de vista que el alto nivel de porosidad de los partidos políticos, nos acercan a las condiciones de esas organizaciones en Honduras, donde la mayoría de expresiones que competirán en las elecciones de noviembre próximo son, en realidad, maquinarias al servicio del crimen organizado, y del narcotráfico en especial.

Esta entremezcla de factores, son los que en forma progresiva ocuparán la agenda pública del 2022. El riesgo mayor, radica en que no se conviertan en la agenda predominante y perdamos de vista los diversos escenarios nacionales caracterizados por el alejamiento de todo tipo de elemento esperanzador.  A más señales de confusión, mayor oportunidad para seguir atrapados en el fango.