A LA ESPERA DEL FUERTE REMEZÓN

Renzo Lautaro Rosal

Aunque las mafias y sus amplificadores siguen haciendo de las suyas, probablemente tengan el tiempo contado. A partir del próximo jueves, el escenario «promisorio» cambiará, aunque no estemos del todo claros sobre la velocidad, intensidad y modalidades de los vientos huracanados.

Si hubiese continuado Trump, la operación oscura se fortalecería. Pero contrario a lo que esos mismos sectores pensaban, el resultado electoral dijo otra cosa. Sin embargo, el esquema criminal por estos lares cree seguir con los mismos propósitos: terminar de armar el cuadrado, para lo cual la Corte de Constitucionalidad es pieza vital, y a partir de allí terminar de cooptar cortes y otros resquicios que aún no están del todo bajo su control.  En ese camino, quieren aprovechar el factor tiempo. Por ello, aceleran el paso con la culminación de la segunda vuelta electoral en el CANG, la pretendida toma de posesión de Moto en la CC, la convocatoria del Congreso para elegir a sus representantes ante dicha corte. Quizás, si al menos tienen alguna lectura estratégica de lo que les puede suceder, sabrán que necesitan imprimir velocidad a sus oscuros objetivos, antes que la barredora se encienda y haga de las suyas.

A los sectores que comienzan a saborear sus mieles en 2021, poco les importa si la nueva administración de EE.UU activa mecanismos políticos, legales y de otro tipo como señales de sus desavenencias frente a los sucesos y perspectivas. Creen que estarán entretenidos en su propia crisis, ya que los efectos post-Trump apuntan a mantenerse latentes por algún tiempo.

Apelan a que el camino está allanado, los detractores están dispersos y no cuentan con sus cuantiosos recursos. Además, el alineamiento judicial juega de su lado, por lo que nadie con dos dedos de frente conocerá y resolverá los procesos legales que algunos quieran poner en marcha. Pero esta arquitectura solo funcionará en el corto plazo.

A la nueva administración demócrata le interesa hacerse presente en lo inmediato. El proceso de aterrizaje no debería ser extenso. Claro que el saliente habrá dejado el terreno minado, pero los entrantes no son para nada novatos. Además, saben que el predecesor, en sus ansias de provocador, ha contribuido a envalentonar a escala global, a gobiernos, élites, grupos de masa, fervientes ultra-conservadores y toda una gama de azuzados, en seguir poniendo en vilo el desgastado modelo democrático. Por ello, urgirá apagar esos incendios, en especial, aquellos que están en su área geoestratégica y que son terreno favorable para que otras expresiones se fortalezcan (como las estructuras criminales). Al final de cuentas, si los territorios vecinos están en franco desenfreno narco-criminal-autoritario, el modelo «americano» pierde viabilidad y tracción. Ese no es escenario para el deseable repunte que persigue Biden y Cía. Pero mientras esperamos esta única posibilidad, las mafias están haciendo de las suyas y avanzan en su cometido.